RUNG, RUNG, en blanco y negro

Jayson Brauwn se precipitò calle abajo haciendo alarde de caballos y cilindros. Su coche nuevo, un Ford A granate y negro recien sacado del garaje, era capaz de alcanzar los ochenta por hora. Era el primer modelo de su gama en circular por las calles de Naperville. Los gruñidos del motor hicieron saltar de sus butacas a varias abuelas en la terraza del club de bridge, en su mayoria maquilladas en exceso como cada tarde de jueves. Jayson hacia sonar la bocina de tanto en tanto, rompiendo asi, el anonimato que le separaba de cualquiera de los vulgares vehiculos que transitaban a las 3h45 pm por Durham Street. Esto divertia a los numerosos chavales que, vistiendo aun el pantalon corto escolar, corrian tras el auto entre el alboroto de empujones unos contra otros.

Trastevere
@lolamento

A pesar de su juventud, Jayson era un buen mecànico, el mejor, y estaba enamorado de Cindy-Claire, la hija menor del carnicero del barrio alto, Mr B. Este, con reputacion de antipàtico y mala sangre, habia dejado a mas de uno sin ganas de cortejo con solo levantar su hacha. Pero Jayson no tenia miedo. Sus amigos le llamaban ”el novio de la muerte”, desde el dia que montò aquella bùfala preñada, la misma que lo enviò al hospital durante dos meses con multiple fractura de clavìcula y dos costillas a la birulé.

Llegando a la esquina con Russel Street y cuando ya se veìa al fondo la carniceria, disminuyò la marcha. Freno frente a la puerta. Alli estaba al fin, delante de la tienda que tantas veces habia vigilado en busca de una imagen que llevarse al corazòn, la de su amada Cindy-Claire. Esta vez era distinto. Solo se tienen 22 años una vez y quièn sabe si algun dia volveria a amar asi. Entraria para hablar con él. Lo harìa... En seguida... Ahora mismo... Allà iba...

Sin mas saliba en la garganta que la que le permitia susurrarse algo de ànimo, apagò el motor y respirò hondo. Frente al volante y con la cabeza baja sentia sus manos deslizarse en el sudor que bañaba el volante, del que no deseaban despegarse. De repente, levantò la mirada con la certeza de sentir que le observaban. No se equibocaba. Al otro lado del escaparate, entre salchichas y embutidos, hacha en mano y con el ceño fruncido, Mr B. enrojecia al tiempo que su nariz se hinchaba. Sus labios se volvieron locos. Imposible saber que estaba diciendo, pero fuera lo que fuera, hizo movilizar a todo el que se encontraba en el negocio.

Dudò un segundo. Mirada ràpida a la manivela de arranque. Bombilla brillando en su cabeza. La mejor idea de su vida. Podia hacer como tantos otros y largarse... El joven Jayson decidiò que ese dia todo iba a cambiar. Agarrò con su mano derecha el sombrero sobre el asiento del copiloto y se lo encajò muy lentamente. Saliò de su flamante Ford A . Suspirò.





Trastevere II
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