RER A... Noisiel


Bintou Diallo no tuvo un buen dia. A penas se sienta en el andén, descubre con estupor, la mugrienta pantalla que le cuenta sin piedad que no tomará su tren de inmediato, ni tan siquiera en treinta o cuarenta minutos. Con suerte, quizás pueda estar en casa à media noche. Se reclina en la incómoda banqueta de plástico y abre su bolso con resignaciòn. Toma un pequeño brik de Minute Maid, que bebe con la mirada perdida… Su cansancio va más allá de lo físico.

Cuando en enero de 1999 pisó por primera vez el Aeropuerto Internacional CDG de Paris, era la mujer más feliz del mundo. Su marido, Charles, la esperaba nervioso en el hall de llegadas; este había venido unos meses antes, con una beca de estudios en Economía. Se conocían desde el instituto, el Nelson Mandela de Conakry, promoción del 97.

Pero de toda aquella ilusión hoy quedaba poco. Charles terminó por abandonar los estudios al no aprobar lo suficiente. Las duras jornadas de trabajo le dejaban K.O.

Y cuando no lo estaba, resultaba más placentero hacer el amor con su mujer que revisar gigantescos tratados de Economía Internacional. Así, en lugar de un Diploma, al año llegó el más bello ángel negro, Ibrahima. Al año siguiente la despierta Seré, seguida de Aissatou, quien a su vez vio llegar à Amadou Oury…ningún diploma, máster o posgrado harían a nadie más feliz.

Sin embargo, a Bintou sí le hubiera gustado estudiar, para no tener que hacer trabajos de segunda, habiendo sido una estudiante de primera. Nunca recibió una beca, como Charles, y encima debió trabajar noches enteras, días festivos, embarazada de 7 meses en ocasiones… pero esa fue su decisión, a diferencia de otras mujeres africanas, ella quiso venir a Europa para estar cerca de su marido.

Hoy a los 33 años, con cuatro hijos maravillosos, listos y también revoltosos, se siente mayor, casi vieja.

Ayer echó a Charles de casa. Está tan harta de sus idas y venidas con zorritas del tres al cuarto; Antes le perdonaba. A cada golpe de infidelidad el desgraciado se delataba sin remedio, viéndose forzado a tirarse a sus pies suplicándole perdón. Hoy ya no. Bintou Diallo ha crecido con cada golpe.

Pero hoy, tiene que trabajar aún más horas, rogar a los Asuntos Sociales todo tipo de ayudas y, por si fuera poco, hoy tendrá que esperar a su RER hacia Noisiel más de lo que hubiera deseado.

-No te duermas Bintou,- se dijo en susurros antes de echarse a la boca la pajita del zumo.