En la primavera de 1997 debí bailar de un tirón unas 20 veces “Touch
me” de The Doors. Me había levantado temprano, era casi mediodía. A esa hora
aun podía disfrutar de tres o cuatro horas de luz de aquel dia de mi primera
primavera londinense. Trabajaba de noche, por lo que debía elegir entre dormir
las ocho horas que el ciclo ciscardiano exige y casi no ver la luz del día, lo que irónicamente es nocivo para ese mismo ciclo, o por el contrario descansar
menos horas y dejar de lado la vida de vampiro; esa que mi compañera de piso,
Maria, llevaba con Matricula de Honor. De cualquier manera, lo tenía muy duro.
Puse la cafetera en On. Saqué de mi bolso el CD que había comprado en
Camden Market el día anterior y le di al play; los domingos siempre nos
levantábamos antes. Bueno, Maria hacia el esfuerzo de levantarse antes para
irnos juntas al mercado. Era una rutina pasearnos por los puestos hasta que
daban las 3 pm. Okupar el trocito de acera junto al puesto del chino que
jaleaba domingo si y domingo también, los restos del negocio del día “One pound
noodlesssssss”… Una enorme barqueta de fideos gordos con carne que nos saciaba
para dos días.
En el paseo de aquel domingo, descubrí por casualidad un destartalado
stand de un perroflauta argentino que llevaba dos años por allá. Charlamos un
rato y entre vistazos y risas encontré un CD de los Doors en el que había
varios temas que no conocía. Me costaba la seductora cantidad de 2£. Le di 2£50. Acababa de obtener, sin saberlo, uno de los placeres mas baratos de mi
vida…
Paris blues II
@lolamento
Yeah! Come on, comeeeee, oooooon,
come on
Now … nanana me, baby
Can't you see naananana nanana ?
Wha… nanana you promise …..that you ....?
Why won't ....you tell me nananana said?
Nanaaaaaa; that promise that you
made?....
Mis brazos sentían la necesidad de sacudirse a un lado y a otro, como
queriendo salirse del tronco, creando un torbellino que me hacia girar con la
cabeza hacia atrás. Cuando el ultimo “Tan, tan ,tan,taaaaaaaaaaaaaaaannnnnnnn!
sonó, me paré en seco sincronizada como si supiera donde quedaba el fin...
Me acerqué a la cadena musical, que era de Jarvis, el único anglosajón de
nuestro 60m² y pulsé el re-play. Pufff, no sé cuantas veces se repitió la
escena, sin aburrirme en absoluto. Grabando cada nota, cada palabra; Al cabo de
mucho rato de éxtasis alguien entro. Evidentemente no había podido oír el
trastear de la cerradura. Era Maria que volvía cargada de comida. No trabajaba
ese lunes. Me miro asombrada, o eso creí yo, poco acostumbrada aun a sus
abombados ojos castaños, minimizados en exceso tras dos gruesos cristales de
miopía.
- Hola Maria, dije con aliento entrecortado
Me fui hacia la cocina y recogí mi mug de café. Le di un sorbo, antes de
darme cuenta de que se había quedado helado.
A Maria la Moñis
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