AL GUAPO DEL FONDO


Te veo pasar cada mañana a las nueve, lindo como un adonis. Te veo salir cada tarde màs guapo de lo que llegaste.
Te crucé una mañana en el ascensor, tus buenos dias con olor a tabaco se mezclaron con mi suspiro al descubrir la esencia de cedro en tu perfume.
El cedro me pone como loca.
No sabes que existo, probablemente nunca lo sabràs. Pero mientras siga viéndote pasar cada dia, guapo como Dios y marcharte aùn màs guapo todavia, seguiré redactando estos mails diarios, que te enviaré solo con el pensamiento, y quién sabe, quizàs un dia descubriràs que hay alguien detràs del mostrador del fondo.




Una loca de atar

LLEGADO EL MOMENTO, CORTARÈ LA CUERDA DE MI PARACAIDAS

Cuando la mùsica cesò, Sole diò un gran sorbo a su mojito y dijo mirando a Ana con cara picarona

- Ya te lo he dicho mil veces, no trabajaré hasta los sesenta, ni viviré hasta los ochenta, està claro? Si todo va bien, me jubilo a los cincuenta y cinco aunque me queden cuatro duros de paga.

- Qué piensas hacer entonces? -respondiò Ana con sorna-, cultivar tomates para mantenerte? Sabes que con tu gusto por los viajes no tardaràs en arrepentirte. Te aburriràs!

- Nadaaaaaaaaa màs lejos que Filipinas! No me aburriré. Y si viajo solo una vez al año, serà tan intenso que merecerà la pena. Y sì, si puedo, cultivaré también mis propios tomates.

- Eso es fàcil decirlo ahora, -explotò Ana-, pero llegado el momento te rajaràs.

- Ya veremos quién tiene razòn, -amenazò Sole-, solo te digo que te vayas preparando para saltar del Yelmo en Parapente a los setenta para esparcir rmis cenizas y…

- Anda calla, calla… Me das escalofrios solo de pensar que serias capaz de acabar con todo antes de llegar a los setenta….Y lo peor es la seguridad y el aplomo con el que lo planteas.

- Miralo desde este punto de vista, -terminò Sole-, aùn me quedan màs de veinte años de disfrute …

AU REVOIR

Los tres lloramos sin parar durante nuestros ùltimos dias juntos. Zoé vagaba silenciosa por el piso y apenas probaba bocado; él, oculto en su rincòn favorito del despacho, se olvidaba de salir al balcòn a tomar el sol, su actividad preferida.

Sin saber si algùn dia volverian a verse, ellos dos decidieron acortar la angustia del fin, iniciando una guerra de silencio que empezaba a pesarles en el alma.

Dos años juntos, que desaparecerian de su memoria con la distancia que el destino les imponia.
Zoé se sublebaba en algunos momentos rompiendo alguna que otra taza. Star, la ignoraba soberanamente. Un dia, éste le robò su prenda favorita, la ratita Grisy, la escondiò y nunca se volviò a saber de ella.

Establecian veladas de insomnio por turnos, en las que les oia sollozar.

El dia llegò. El transportìn estaba preparado, pero Zoé no quiso venir. Solo un miau casi inaudible desde el cuarto de pila dejò constancia de su adiòs. Cuando la puerta se cerrò, ella apareciò por el pasillo, sigilosa, restregàndose en la pared como en los momentos de celo y se acercò al bol de croquetas marcado con la letra S. Husmeò un poco, tomò una y la masticò con parsimonia, entonces se sentò sobre sus patas traseras y con un brillo fantasmal en sus ojos de àmbar mirò hacia la puerta del balcòn. Aquella visiòn me helò el corazòn. Asì quedò Zoé durante horas.


A Rasca y a Pica;For Love

TU CUEVA, MI CUEVA, SU CUEVA

El mejor y màs prolìfico momento de mi historia creativa durò cuatro noches, y el lugar que me llevò a aquel puro éxtasis fue mi cama del quinto piso en el nùmero 2 de la Avenida de Andalucìa. Aquel dormitorio, sofocante en verano y puro iglù en invierno, consiguiò que me olvidara del bullicio vecinal tras la ventana y de la palpitante vida familiar del otro lado de la puerta. La fòrmula era simple: Noche + Cama + Papel y Boli, y la radio claro, aquel locutor que me inspirò durante esas cuatro noches la historia de nuestro amor aventurero e imposible.

Entonces no tenia que demostrar nada, solo queria escribir lo que la voz sensual de aquel hombre me producìa por dentro. Yo tenìa veintidos años. Hoy, con casi el doble de esos años, con una casa decorada ‘fenshuicamente’, en un buen barrio, sentada en mi ergonòmico sillòn de oficina, tecnologìa microsoft a mi disposiciòn, internet, y mil lujos màs, a veces me encuentro pensando, con nostalgia, en aquella antigua y destartalada cama del piso de mis padres.

Es un gran problema el de la falta de desvirtuaciòn. Me encuentro tal vez bloqueada en aquellos orìgenes?, Me siento quizàs desarraigada? Me encantarìa saber si vosotros seguis siendo fieles a aquellas condiciones primeras de vuestra creaciòn literaria…

Cuando pienso en la cantidad de lineas malogradas, perdidas, en trayectos de metro, trenes, aviones, salas de espera, por no tener aquel refugio venerado que era mi cama del quinto, me siento ridìcula.

El problma màs estùpido que me afecta a la hora de ponerme a escribir es, sin duda, la idealizaciòn de la escritura en sì.

The shining

Somos diferentes, luego escribimos de forma diferente. Lo ùnico comùn a todos nosotros es que el universo està habitado de ideas. Millones de ideas que flotan, como motas de polvo. Al igual que amenudo no nos damos cuenta de la existencia de esas ìnfimas motas a nuestro alrededor, tampoco percibimos las ideas que sobrevuelan nuestras cabezas. Y sin embargo estàn ahì, delante nuestro.

La primera cuestiòn que me viene a la cabeza es, por qué no las vemos? Pues porque nos ciega nuestro ritmo intelectual. El cerebro està tan ocupado en tareas mundanas de ordenamiento, planificaciòn y buen rendimiento del tiempo disponible que, no se permite el Blanco Absoluto. Precisamente en ese agujero blanco cerebral, serìamos capaces de ver lo que no nos es evidente. Finalmente, cuando un buen dia, en un segundo cualquiera, damos descanso a nuestro intelecto, aparcando el libro que nos ocupa en el wagon del metro, el sms que suena en permanencia en nuestro mòvil… Solo entonces, se produce el milagro, el gran Shining Ese blanquisimoooooooo se abre ante nuestros ojos descegados; la mota de polvo que cuan espermatozoide aventajado se las arregla para explotar en tu cerebro. Gritas: Eureka.

La mota, tras la idea, tras el lunar, tras el cuello, tras la melena gris, tras el periòdico, tras el banco, tras el parque, tras el barrio, tras la ciudad, tras el paìs…Todo brilla, y ya no estàs ciego, o almenos, no lo estaràs durante un rato. Y una vez que tienes de nuevo tus ojos y ves, te espera otra ardua tarea, hacer de esa idea, la historia màs bonita que hayas contado jamàs.

Rojo Huguette







Era lunes. Como cada lunes por la mañana, Huguette no abriò su negocio de antiguedades de la Rue de la Paix. Preparò un café a su amante, veinte años màs joven que ella, para llevarselo a la cama. Mientras, éste habia desplumado poco a poco el cojìn rojo que le habia regalado por su 55 cumpleaños hacìa dos semanas. Al entrar, lo encontrò desnudo frente a la ventana. El amante, con sonrisa maliciosa y de un gesto ràpido, arrojò al exterior lo que quedaba del cojìn. Las pocas plumas restantes en el mismo, cayeron livianas y se mezclaron con las hojas rojizas que forraban el banco del jardìn comunitario. Huguette caminò despacio hacia su amado, la taza de café en su mano izquierda, la otra en el bolsillo de su albornoz. Se besaron con ansia. Ella aproximò el bolsillo derecho del arbornoz al estòmago de él y todo se volviò rojo. Con una pluma aferrada a su cabello, Huguettes marcò el 17… Police Nationale je vous écoute…

Fùtbol

Dame una "L"
Dame una "O"
Dame una "B"
Dame una "O"

Lobo Blanco, Lobo Negro
Quién se comerà el premio?
Si le das de comer al Blanco, engordarà.
Si le das de comer al Negro, igual harà.
Quién quieres que sobreviva?
A quién deseas salvar?

Alimenta mejor al que es de tu preferencia
y complaceràs almenos ese tu deseo.
1-0, Argentina ganò. El lobo no es argentino, no.
Còmo ahulla un lobo argentino? Este, auuuhhhhhhhhhhhhhh!!!
Forza guanche!!

NB: El fùlbol es muy popular, y la estupidez, también.

Via ...Part 4....FIN

Flavia la abriò impaciente. Hojeò un par de folios hasta detenerse en el tercero. Leyò en voz alta:

- Vanina di Vincenzo, soltera, 32 años, secretaria; 1m58, 52 kilos. Morena.
Vista cuando dejaba el apartamento 2 C del numero 8 de la Via Luigi Nuvoloni, la mañana del 30 de octubre 2005. Segùn el testimonio del portero, Giuseppe Bergamini, llevaba mucha prisa y calcula que eran sobre las 9h. Vestia un traje de chaqueta rojo ajustado, bolso negro y el pelo tirante con coleta, liso.

Empleada del bufete, Gattuso & Robsons, en la Piazza Vechia di Sanremo… BLABLABLA…
Encargado de la defensa en el caso Kratdnov (Corrupcion …BLA…
Fuè vista por la recepcionista, Tina Rosalia, atravesando a toda velocidad el hall BLABLABLA
El agente de seguridad la ve dejar el edificio de oficinas entorno a las 14h. Afirma que hablaba por teléfono y BLABLA…

Según los empleados del Casino, la victima llegò sobre las 15h… fue acompañada hasta las oficinas de la direccion en el primer piso. Tras unos 20 minutos bajò y preguntò por el bar.
El camarero declara que se instalò en la mesa numero diez y que le sirviò dos whisky on the rock y un vol de avellanas. No provò el mani y se marchò al cabo de una hora. Hablò por teléfono…BLA, BLA, BLA

Las camaras de seguridad, muestran a la mujer a las 17h15 en la Sala de Sanctis sentada en una de las 10 mesas de ruleta, con un vaso en la mano. Jugando. Asi, durante màs de media hora de grabaciòn.
Sobre las 18h, un empleado se acerca con una bolsa. La llena con montones de fichas y coje a la mujer por el brazo, la acompaña hacia la caja. Presenta signos de embriaguez…BLAAAA…….BLAAAA…..BLAAAAA… -

Inesperadamente se quedò callada. La vista fija en el documento. Se volviò hacia él negando con la cabeza.

- Vamos, este caso està cerrado– dijo sin demasiado entusiasmo- salgamos a tomar el aire. Estoy seguro de que tienes hambre. Abrìgate bien que hace frio. Dame eso que yo recojo aquí – concluyò alargando el brazo hacia ella.

Flavia se incorporò torpemente, anteponiendo aquella enorme barriga y se dirigiò al salòn. Marco se quedò sentado unos segundos con el informe en la mano. Rebuscò entre los folios hasta detenerse en el sexto..

- ¿ Marco ? – lo llamò Flavia desde el salòn- ¿Estàs listo?

En la hoja nùmero seis un encabezado decìa: INFORME FORENSE. En el ùltimo pàrrafo resaltaban en gruesa negrita las palabras: DECIMA SEMANA DE GESTACIÒN y un poco màs abajo, SUICICIO.
Marco decidiò ahorrar a su amiga algunas horas de angustia, asi que agarrò la hoja con rapidez y, doblandola dos veces, se la metiò en el bolsillo. Ya leerìa al dia siguiente los detalles sobre el estado de gestaciòn de la joven suicida.

Sacudiò las dos almohadas y alisò la colcha. Cojiò la bolsa granate y apagò la luz. Salieron despacio, sin apenas hablar. El piso quedò al fin vacìo, en silencio.


Tramvia romano
lol@mento

VIA... part 3

El ching-cling metàlico de la camilla al desplegarse las patas la sacò de su lamento y con suma rapidez acercò el rollo de papel de cocina y se limpiò la cara. Luego limpiò el fregadero. Saliò para encontrarse con los hombres de blanco que ya empujaban la camilla hacia el pasillo. Sobre ella, habia un gran saco negro de plàstico, opaco y del que colgaba una etiqueta verde. Uno de ellos le alargò un portafolios de metal y un bolìgrafo. Flavia firmò y les acompaño hasta la puerta. Ya en el rellano los hombres plegaron las patas y se acercaron al primer peldaño de las escaleras. En ese momento, sintieron un golpe seco por encima de sus cabezas. Desde el tercero. El bastòn de la anciana Albertina rodaba escareras abajo con un estruendo de clong-clong-clunnnnnnnng hasta estamparse contra la puerta del segundo A. Flavia levantò la vista. Un, medio grito,medio gemido, se escapò de su boca. La abuela se encontraba plantada, pañuelo en mano, junto a aquel enorme perro, mirandola, livida… Se volviò hacia el apartamento y cerro la puerta. Se quedò pegada detrás de ella, escuchando. Uno de los hombres recogiò el bastòn y consolò a la vieja señora. Ensegida, la camilla claqueteò sus patas y las voces se perdieron escalera abajo. La teniente se retirò despacio y caminò hacia el interior del apartamento. Al llegar al salòn se parò en seco. Se aproximò a la puerta del dormitorio. Justo entrando, a la derecha, habia un espejo mural en forma de estrella. Se mirò durante unos segundos, de perfil, luego de frente. Se abriò la chaqueta y se levantò el suéter dejando el vientre descubierto. Lo masajeò con las dos manos. Tras unos segundos se cubriò y echò un vistazo al interior. Avanzò lentamente y se sentò en el borde izquierdo de la cama. Frente a ella habia un armario empotrado de puertas corredizas y a su izquierda la ùnica mesita de noche en el dormitorio. Ningùn otro mueble u ornamento. La tìpica làmpara de papel Ikea sobre la mesita y una bolsa granate de cartòn debajo de ella. Sin poder evitarlo, y usando un trozo de la colcha a modo de guante, alargò el brazo y acercò el bulto tirando del cordòn negro que hacìa de asa. Cuando el contenido del mismo se hizo visible, Flavia diò un respingo sobre la cama, al tiempo que soltaba la colcha y gritaba:

- ¡Pero qué demonios … ! - se echò la mano a la boca antes de terminar la frase;

Al cabo de unos segundo se adelantò todo lo que el vientre le dejaba; Mirò hacia el interior, luego a la derecha, en direcciòn al cuarto de baño y de nuevo al bolso. Sus ojos brillaban, encendidos. Metiò la mano despacio y rebuscò por el fondo. Sacò uno de los fajos de blletes morados que abarrotaban la bolsa. Lo manuseò y se lo acercò a la nariz. Entonces se reacomodò y levantò las piernas extendiéndolas sobre la cama. Se reclinò sobre el cabecero con el fajo en una mano y la otra en el vientre. Cerrò los ojos y practicò algunas respiraciones…

- ¡Flavia, Flaviaaaaaaa!, - El agente Manfridani la arragò del brazo y la sacudiò suavemente. ¡Despierta por favor!!... Voy a llamar a una ambulancia… -dijo sacando el mòvil del bolsillo
- ¿Qué pasaaa?,- balbuceò- ¿Marco?... Espera… - lanzò un par de miradas a su alrededor-,
- Me has dado un susto de muerte Flavia,- decia con las manos sobre la frente-, Te esperè varias horas en la central y viendo que no llegabas me preocupé. El informe està terminado y yo…
- Tranquilo hombre, no pasa nada. Estoy bien, ya lo ves. Me quedé dormida. Lo siento mucho. Ven, siéntate un momento conmigo anda.

Marco se acercò y se sentò a su lado; Le cojiò la mano y con una mirada le señalò la bolsa.
- ¿Asì que lo has encontrado?- dijo con cierto tono de burla. Parece que nuestra clienta de hoy
tuvo un golpe de suerte, aunque, de nada parecìa servirle todo ese dinero viendo lo que ha hecho. Sus famliares estàn de camino. Triste riiqueza la que les cae encima.

La teniente lo mirò interrogante. Arqueò la ceja izquierda. Entonces, el agente Manfridani se inclinò hacia la mesita de noche y le entregò una carpeta azul donde sobre una pegatina blanca
rezaba un nombre: “NUVOLONI”

VIA... Part 2

La teniente, Flavia Cabras, cerrò la puerta de la casa con las dos manos. Apollò su espalda contra la puerta al tiempo que miraba hacia el salòn. Marco la mirò con un gesto extraño. De pronto y antes de que pudieran decir nada, un Rinnnnnnnnnnnnnng explotò en su oreja. El sobresalto la propulsò varios metros adelante;

- Madonnnnnnnnna!!! – gritò.

El ring insistiò hasta que la mujer reaccionò y levantò el auricular del telefonillo. Pronunciò dos okeys y apretò uno tras otro los tres botones sobre el aparato. Abriò la puerta de par en par y anunciò hacia el interior:

- ¡Ya estàn aquí!

Un minuto después, dos hombres vestidos con mono blanco, entraban en el piso empujando una camilla que colocaron a un lado del sofà. Pertenecìan a la oficina del
forense y venìan a retirar el cuerpo sin vida de la màs joven inquilina del inmueble.

- Por aquí-, indicò la teniente, al tiempo que empujaba sin mirar la puerta que daba al dormitorio, - es al fondo a la izquierda. Tengan cuidado con los restos de vidrio. Los hay por todas partes.

El agente Marco Manfridani se quitò el guante izquierdo, luego el derecho y haciendolos una bola, los lanzò sobre un maletìn negro de cuero que habia sobre el sofà.

- Yo he terminado aquí Flavia. Me voy al laboratorio a entregar esto. Nos vemos en el despacho para redactar el informe.

Ella lo mirò satisfecha arqueando un poco la ceja izquierda. Marco cerrò su maletin y se dirigiò hacia al pasillo. Ya estaba cerca de la puerta cuando se parò en seco. Se girò y volviò sobre sus pasos. Se acercò a ella e intentò decir algo pero Flavia lo silenciò poniendole dos dedos sobre la boca.

- Te aseguro que estoy bien. Solo estoy algo cansada. Si Pippo estuviera aquí, estaria orgulloso de ver como cuidas de mi. Sin tì, hoy yo no estarìa aquí, ni ella tampoco- dijo cojiendole la mano y posàndola sobre su enorme vientre, - Filippa saluda al zio Marco, dale una patadita anda…-

Se abrazaron y se quedaron asi algunos segundos, hasta que ella le despegò con una palmadita en el culo. Ambos sonrieron. Marco desapareciò pasillo adelante y ella corriò hacia la cocina. Esta vez una bocanada rebosò de entre sus dedos justo cuando se doblaba sobre el fregadero. Durante unos segundos permaneciò asì, inclinada, los codos doblados sobre el borde hasta que un sollozo timido y nervioso llenò sus estràvicos ojos de làgrimas. Recordò como cuatro meses antes, una mañana cualquiera, al despertar con un extraño amargor de boca y con la misma hinchazòn de ojos de siempre sonaron los insistentes y dolorosos chillidos del teléfono sobre la mesita de noche. Rabiosa, porque aquel sonido le robaba protagonismo a su caro despertador digital, porque interrumpia un delicioso sueño de gente sana y guapa… Se acordò de cuando al descolgar el aparato, aun dormida, escuchò dos, a lo sumo tres frases cortas y claras, tan claras como tristes. Sintiò un aturdimiento inexplicable. Un hedor bilial emergiò desde su estòmago y pensò que era el fin, que cuando colgara, el mensaje recibido, ya procesado en su mente, se autrodestruiria en un extallido de infinitas microparticulas que se exparcirian por llevando el sello de su piel, su cerebro y su espìritu aùn adormilado. Pero no fue asi. Erguida e inmutable, habia permaneciso largo rato, saboreando su desgracia, hasta que un largo acopio de fuerzas la autorizò a escupir la primera maldiciòn. Maldijo su suerte, la de su marido, Pippo, la de aquel que acavaba de asesinar a su marido. A penas un quejido se habia escapado de su garganta. Comprobò la inutilidad de sus miembros, la desagradable gravedad de su cuerpo, y por fin, su incapacidad para el llanto, el mas desgarrador que hubiera podido llorar jamàs. Porque no se trataba de una riña, tras la cual hubieran pasado un dia entero sin querer hablarse


- Mi manchi tanto amore, tanto…-, susurrò.

8, VIA NUVOLONI

Sonaron siete campanadas en la cercana Basilica de San Basilio. Fuera, la noche llegaba negra y fria. El ronco aullido del viento golpeaba con fuerza las contraventanas del gran balcòn. Dentro, Zowy-lu, el pastor alemàn de los Fabricatore, daba vueltas al sofà en la penumbra del salòn. Acababa de oler la desgracia.
Sin esperar a que su ama abriera del todo la puerta, le diò un zarandeo y saliò como un rayo escaleras abajo. Desde el rellano del tercero, la señora Albertina lo llamaba con voz cansada al tiempo que golpeaba el suelo, con el bastòn que completaba su pierna izquierda.

- ¡Dichoso perro!, ¿donde se habrà metido? – decia la anciana acompasandolo con el toc-toc sobre el gres del tercer piso.

Llamò al ascensor y se asomò al borde de la barandilla en su busca. Los ladridos del perro sonaban fuertes. Alli estaba, en el rellano del segundo, olfateandolo todo. Entre idas y venidas del segundo A al segundo C, y de ahì al B, ladrando, con el rabo caido. Veinte peldaños mas arriba la señora tomaba el ascensor para bajar a buscarlo. De repente, al abrirse la puerta, su ama se agarrò el pecho mano sobre mano; paliceciò. El animal, tumbado frente a la puerta del segundo C habia dejado de ladrar. Lloraba.

Una hora mas tarde, en aquel apartamento, una rubia de bote, con barriga de siete meses, daba dos arcadas antes de ponerse la mano en la boca y correr hacia el fregadero. No llegò a vomitar, pero abriò el grifo y doy un repaso a los bordes de aluminio. Era una mujer alta, 1,78 en zapato plano, de ojos castaños con ligero estrabismo. Una placa brillaba en su solapa. Descansò un par de minutos al lado del horno. Junto a éste habia una mesa redonda de cuatro plazas, pero solo dos sillas. Aprovechando la pausa, husmeò en varios de los armarios de aquella gran cocina Uno, dos, hasta tres de ellos revisò, y en todos ellos lo mismo: vacios. Solo en uno encontrò trés vasos de duralex algunos platos blancos y una taza sin su platillo. De pronto, apoyandose en la mesa y agarrandose el vientre con la mano derecha soltò un gemido seguido de cuatro respiraciones fuertes.

- ¿Flavia? ¿Estàs bien? – una voz de hombre la interrogò desde el salòn.
- Fuuu-uuuf-fuuu-uuuf-fu… si, no pasa nada Marco… Fu-uf-fu… estoy bien, gracias, -siguiò resoplando.

Volviò al salòn. Habia un hombre joven. El tambien lucia una placa, pero la llevaba colgada del cirturòn. Vestia un elegante traje Emporio negro, camisa blanca y una calvicie prematura. Estaba tomando huellas de un ordenador portatil sobre el escritorio. Junto a éste, solo algunas cartas sin abrir y unas facturas dispersas. El resto, limpio y ordenado. El joven levantò la mirada y a continuaciòn el pulgar de su mano izquierda, enfundada en plastico transparente. Ella asintiò, y con un ligero movimiento de cabeza, mostrò a su compañero que tenian compañía. Al fondo del pasillo, largo y vacio, cuatro ojos les observaban. Se girò y echò a andar arrastrando un poco los pies hasta llegar a la puerta de entrada del apartamento, donde se parò y repirò hondo. Rebuscò en los bolsillos de su chaqueta y sacò un cuaderno.

- ¿Dice que no ha oido nada estos dos ultimos dias?... ¿Seguro?
- Nada, se lo aseguro. A él lo vimos irse hace varios dias, ¿verdad Zowy-Lu? Si, debiò ser el domingo. Eso creo. Pero a ella no la hemos cruzado. Es muy guapa sabe…¿ eh Zo… ? ¿Perdone señorita pero, le ha pasado algo a Vanina?
- Lo siento pero… -, balbuceò - No le puedo decir nada màs… salvo, gracias. La llamaremos si necesitamos preguntarle algo màs.
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