Hechos musicales... y la Gran Manzana



En 1993, y bajo los efectos de varios vasos de Vodka Absolut, bailé al menos 10 veces seguidas “Shiny happy people” de REM. Esto ocurrió sobre el parquet del apartamento de Patrick, un chico de New Jersey que vivía en la 43 Est St. de Manhattan. Le conocía porque era buen amigo de Felipe, ese sevillano tan especial para mi, con el que compartí un mes maravilloso en New Hampshire aquel mismo verano. Felipe y yo somos hoy grandes amigos, pero Patrick, al que solo vi una vez estando allí, me dejó su apartamento como si de una amiga se tratara. Hari, una finlandesa algo mayor que yo y que se me acopló durante varios días de aquella increíble semana en NYC se había marchado ya. Era mi última noche en USA, estaba esperando a Chris, el compañero de piso de Patrick. Un pelirrojo de casi dos metros, desgarbado y tímido. Me dejaba sin aliento, me gustaba en toda su altura y ternura, su mirada esquiva delataba la misma atracción por mí. 


Tomé un vodka para darme coraje, tomé un segundo para perder cualquier resquicio de pudor, tomé un tercero y… subí el volumen de la canción que sonaba en mi discman. REM me transportó, a lo más alto, el vodka, a lo más bajo. Tras darle un buen repaso a la botella, debí quedarme dormida. No sé cuanto tiempo transcurrió, solo el replay de la canción  me da una pista. A la mañana siguiente, sin apenas resaca, me  fui a despedirme de aquella loca ciudad en la que me sentía como en casa. ¿De Chris? Ni rastro en el apartamento. A mi vuelta, una breve nota sobre la mesa donde se lamentaba por no haber podido venir a despedirse. Fue uno de los “take care” (1) más amargos de mi vida, porque ya nunca sabría a qué sabían sus besos. Recogí la maleta y tomé rumbo a Newark Airport.



The Lemonheads (Boston)
lol@mento




Pero a los apasionados como yo, la vida depara segundas oportunidades, así que aquellas (al menos) 10 locas “Shiny…” bailadas no fueron en vano y seis meses después, volaba de vuelta a NYC con mi querida hermana mayor, Ana.

En nochevieja de ese mismo año, en otro piso de La Gran Apple, del que no sería capaz de recordar la dirección, nos esperaba Patrick. La fiesta estaba muy animada y nosotras, siendo las únicas no americanas, por no decir que éramos las exóticas extranjeras, nos vimos muy bien acogidas. Con solo un vistazo rápido de la sala avisté su frondosa cabeza roja, sobresaliendo por encima de todo lo visible; me acerqué, despacio, sin dirigirle la mirada, me paré frente a él y levanté la cabeza.


- Hi, Lola! -, dijo sonriendo.


Hablamos un rato; Mis ojos se perdían entre tanta peca. Qué curioso, no recuerdo lo que sonaba en ese momento. Por desgracia no era “Shiny…” ni tampoco había Vodka Absolut.


Así fue como nos fuimos de la fiesta, sin que tampoco esta vez nos besáramos… pero ha llovido mucho desde entonces, y hoy, tengo más recuerdos con finales felices de los que cualquiera podría desear.





Evan Dando (The lemonheads) Boston
lol@mento




A Felipe de A.G. (de Genuino, Generoso y  Genial...)

(1) Cuídate

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire